Plotino




Plotino. Vida y avatares


A mediados del siglo III d. C., explosionaron varios movimientos filosóficos de inspiración genuinamente griega, especialmente el platonismo, pujante movimiento, que, iniciándose en Alejandría, se expande a todos los importantes centros intelectuales greco-romanos, como Roma, Atenas, Antioquía, Pérgamo, etc. El neoplatonismo, en Roma, está representado, fundamentalmente, por Plotino. Porfirio, su discípulo, y el emperador Juliano utilizaron la filosofía de Plotino como arma contra el cristianismo, pero los cristianos lo utilizaron como el fundamento teórico de su religión. No deseo terciar en la polémica; sólo remito al inteligente lector, que formará su propia opinión, a la Vida de Plotino de Porfirio, que hemos publicado en esta misma colección (n.° 64).


Plotino fue un neoplatónico, que tendió el arco de su vida entre 205 y 270; nació en Lycópolis, en Egipto, pero era, sin lugar a dudas, ciudadano romano. Su formación, su cultura y su cosmovisión son helénicas, y su lengua, el griego. A los veintiocho años se interesó por la filosofía e ingresó en la escuela de Ammonio Sakkas (en el año 232); en ella permanece diez años, hasta 242; este año se unió a la expedición de Gordiano III contra los persas, con la finalidad de conocer la filosofía oriental. Gordiano fue derrotado por Sapor; Plotino escapó y llegó a Roma (año 244), donde abrió escuela. Asistían alumnos famosos: Porfirio, Eustoquio, Amelio, el pretor Rogaciano, así como el emperador Galieno y su mujer. Era Plotino un hombre austero, amable, sabio, elocuente, cualidades que le granjearon enorme estima en Roma. Muchos romanos acudían a él como director de conciencia. Propuso al emperador la fundación de una ciudad de filósofos, calcada sobre las ideas de la República de Platón; tal ciudad debería llamarse Platonópolis (es decir, la ciudad de Platón); el emperador decidió (con grandísimo acierto) que era una mala idea, y no se llevó a cabo.




2. Su obra


En el 255, contando Plotino cincuenta años de edad, y enfermo de los ojos, comenzó a dictar sus doctrinas, que fueron organizadas y ordenadas por Porfirio en seis secciones, cada una compuesta por «nueve» tratados (de ahí el nombre Enéadas). Son conferencias sobre muy distintos temas, que Porfirio recogió, ordenó y escribió. El tema de fondo unitario son las doctrinas de Platón y su interpretación. El contenido total y completo es como sigue:


Enéada I: sobre el animal y el hombre, y su distinción; sobre las virtudes; sobre la dialéctica; sobre la felicidad; sobre la Belleza; sobre el primer bien y los otros bienes; sobre el origen del mal y sobre el suicidio. Enéada II: sobre el cosmos; sobre la rotación celeste; sobre la posible influencia en los nombres de los astros; sobre la materia; sobre la potencia y el acto; sobre la cualidad y la forma; sobre el demiurgo. Enéada III: sobre la fatalidad; sobre la providencia; sobre el amor; sobre la eternidad y el tiempo; sobre la naturaleza; sobre la contemplación y sobre el Uno. Enéada IV: sobre la esencia del alma; problemas acerca del alma; sobre la percepción y la memoria; sobre la inmortalidad del alma. Enéada V: sobre las tres Hipóstasis principales; sobre la Inteligencia, el Bien, el Uno, las Ideas y el Ser. Enéada VI. sobre los géneros del ser; sobre los números; sobre el Bien y el Uno.




3. Su talante y su doctrina. Platón y Plotino


Plotino, como buen platónico, es un místico. Así, en Enéada IV, 8, I, dice de sí mismo:


"Muchas veces me despierto escapándome de mi cuerpo; extraño a toda otra cosa, en la intimidad de mí mismo, veo una belleza maravillosa. Yo estoy convencido, sobre todo entonces, de que tengo un destino superior; mi actividad es el grado más alto de la vida; yo estoy unido al ser divino, y me fijo en él por encima de los demás seres inteligibles".


Plotino es un epígono del gran Platón y de su filosofía, aunque adaptándola a su época, a su manera de pensar, a su expresión.


Platón había afirmado que existían dos mundos, el más imperfecto de la materia, y el más perfecto de las Ideas; no todas las Ideas son iguales, sino que existe una graduación, siendo la Idea más perfecta el Bien, que es la Super-Idea que hace que todas las Ideas sean idénticas a sí mismas. El mundo humano-material es imagen degradada del mundo de las Ideas; el mundo humano-material participa de las Ideas, en tanto en cuanto que exhibe algo de ellas o las Ideas se manifiestan, en la medida de lo posible, en lo material. Ejemplo: una estatua material es bella, en tanto en cuanto exhibe la Idea de Belleza, que es Proporcionalidad, Equilibrio y Armonía.


Tomando la filosofía platónica mencionada, pero también la aristotélica de la potencia y el acto (es decir, hay ser-en-potencia y ser-en-acto, siendo éste más perfecto, por ser el desarrollo, el acabamiento, el fin), Plotino afirma: Existe el Uno-en-Sí, que es lo previo, la negación de la multiplicidad; el Uno-en-Sí es trascendente, es el Bien y está por encima de todas las cosas, pero hace que todas las cosas son lo que son, porque el Uno-Bien les confiere su esencia, su identidad, su mismidad; del Uno-Bien se derivan todas las cosas (emanan de él); el proceso de emanación es degradativo, en el siguiente sentido: el Uno es lo perfecto y le compete difundirse (emanar) y ser productivo; sin embargo, lo producido es más imperfecto (es evidente que Plotino opera con modelos artesanales y biológicos), pero la materia intenta asemejarse, en la medida de lo posible, a lo perfecto que es el Uno.




4. Coda


La obra de Plotino es un intento de explicar la constitución del universo, tal y como hizo Platón.

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